Los que suscribimos este documento, gobernadores electos y en ejercicio de Juntos por el
Cambio, compartimos la profunda convicción de que Argentina puede salir de la decadencia
en la que está sumida y volver a ser un país próspero y pujante en el que sus habitantes
puedan progresar y vivir con bienestar y en paz. Y que para lograrlo debemos ser más fieles
que nunca a los valores que representamos.
Nuestro posicionamiento seguirá siendo el de la defensa irrestricta de los valores
republicanos, de las libertades individuales, de la libertad de expresión, de la cultura del
trabajo, del mérito, la producción, el federalismo y el de una posición frente al resto del
mundo que defienda el interés nacional y la democracia. Este resguardo de nuestra
identidad lo haremos desde donde la sociedad nos dio mandato para hacerlo: el gobierno
de 10 provincias y cientos de municipios, y la oposición en el Congreso Nacional,
comprometida con contribuir a la salida del largo letargo en el que está sumergido el país,
pero sin traicionar nuestra identidad ni entregarla al mejor postor.
Seguiremos siendo la principal resistencia al populismo económico que nos puso de rodillas
frente al flagelo de la inflación, hija de un gobierno fiscalmente irresponsable. Seguiremos
enfrentando cualquier intento de interferencia con el poder judicial y de lograr impunidad
para los flagrantes hechos de corrupción de los que el pueblo fue testigo y víctima en los
últimos años. Seguiremos rechazando cualquier alineamiento internacional con gobiernos
dictatoriales o poco comprometidos con los derechos humanos, que alejan a la producción y
el trabajo argentinos de su inserción inteligente en el mundo.
Pero la forma de hacerlo es reafirmando los valores fundacionales de Juntos por el Cambio
en el Congreso Nacional y las provincias, y no entregando nuestra identidad al alquimista de
turno. Nos van a encontrar siempre defendiendo la educación pública, y el acceso de todos
los argentinos a una salud de calidad. No vamos a contribuir a una mayor pulverización del
ingreso de nuestra gente forzando una dolarización sin dólares mediante una agresiva
devaluación de nuestra moneda.
Seguiremos trabajando incansablemente para recuperar la confianza de los ciudadanos y
constituirnos nuevamente como la alternativa más sólida y seria de cara al futuro. Los 10
gobernadores y cientos de intendentes trabajaremos para ser modelos de gestión eficiente
en todo el país. Y nuestros senadores y diputados nacionales serán la garantía de control
republicano y de desarrollo económico en el congreso siguiendo las políticas públicas que
siempre defendimos.
Estabilizar la economía es la precondición indispensable para volver a un sendero de
crecimiento y desarrollo. No es posible producir, generar trabajo y progresar con estos
niveles de inflación que nos golpean a todos y perjudican aún más a los que menos tienen.
Sabemos que la estabilización requiere a) un rápido ordenamiento fiscal (déficit cero en el
presupuesto 2024), en el que la política debe ser la primera en hacer el esfuerzo para
alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas; b) una reducción impositiva compatible con el
equilibrio fiscal; c) un Banco Central independiente para asegurar el fin de la emisión y
defender el valor de nuestra moneda; d) una salida del cepo lo más rápido posible y la
unificación de tipos de cambio; y c) un ordenamiento de los precios relativos.
Vamos a combatir desde el lugar en el que nos colocó el voto de la gente al modelo actual
de comercio administrado y a promover una importante desburocratización de las trabas y
regulaciones que frenan el impulso de nuestras pymes y productores. Es indispensable
avanzar con nuevos y más modernos regímenes de cobertura social para formalizar empleo
y seguir combatiendo la industria del juicio que hace quebrar nuestras empresas,
modernizar las negociaciones colectivas y habilitar fondos de cese laboral para sectores de
alta rotación.
Nos comprometemos con dar la batalla en todos los ámbitos para iniciar el descenso
sistemático de las retenciones al agro, la energía, la mineria y las economías regionales
hasta su eliminación total y su reemplazo por un esquema tributario que no penalice las
exportaciones, sino que las promueva.
Tenemos que dar un combate claro y contundente al crimen organizado, con el redespliegue
de las fuerzas federales a las áreas críticas. Necesitamos cárceles de máxima seguridad
para aislar a los jefes del narcotráfico y cortar así su control sobre las organizaciones
delictivas. Hay que profundizar la persecución penal de los flujos de capitales y lavado de
dinero, eliminando la excarcelación a los imputados por dichos delitos, y sancionar de una
vez la ley de extinción de dominio para congelar los bienes de los delincuentes y así atacar
el corazón de sus negocios.
La Argentina necesita una justicia independiente, eficaz y creíble. Tenemos que avanzar en
la implementación del sistema acusatorio en la justicia penal federal y en la oralidad en
juicios civiles. Vamos a promover que se complete la integración de la Corte Suprema y la
designación del Procurador General. Presentaremos una ley de protección para
denunciantes y testigos de casos de corrupción y la ley de ficha limpia.
Un país no se moderniza negando en nombre de la libertad los derechos civiles más
esenciales y subiéndose a los problemas del presente para impugnar la democracia, que es
el único método que encontraron las naciones para gobernarse sin caer en autoritarismos ni
mesianismos propios del atraso y el estancamiento.
Mas allá de nuestras posiciones personales, nuestro deber en este momento no es
determinar quien será el próximo presidente, sino reafirmar los valores fundacionales de
Juntos por el Cambio, constituyéndonos como la principal oposición en el Congreso con la
mayor presencia territorial en el país, dedicada a proteger las instituciones y supervisar al
gobierno que resulte electo el próximo 19 de Noviembre, acompañando lo que contribuya a
potenciar la agenda del trabajo, la producción y la República y limitando todo intento de
populismo que siga profundizando la grave crisis socio económica en la que nos encontramos.