Con el objetivo de provocar y mermar la movilización nacional en rechazo a la proscripción de Cristina Kirchner, el ministerio de Seguridad desató en distintos puntos del país supuestos controles vehiculares que apuntan particularmente a vehículos que llevan manifestantes hacia la Plaza de Mayo.
Los operativos no los realizan inspectores de tránsito ni personal dedicado a esos menesteres. Son todos policías o gendarmes rasos que suben a los micros en grupos de ocho o diez, entorpeciendo su propio desplazamiento por el interior del vehículo y sin dar garantías de que puedan manipular la escena.
En el marco de esos procedimientos, decenas de personas son bajadas y obligadas a esperar a la vera de las rutas. A varias se les exige que expliquen su destino, mientras los choferes deben exhibir la documentación y los permisos, como nunca antes en ningún control turístico o viaje de rutina.
En tanto, en los lugares de control policial donde se apostaron cámaras y móviles de radio y televisión, todo transcurre con relativa tranquilidad. Hasta el momento no hubo discusiones ni malos tratos filmados.